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Los Misteriosos Vestigios de la Cultura Trincheras en Sonora

El avance de los estudios arqueológicos en Sonora ha delineado el perfil de la cultura Trincheras, grupo humano que entre los años 200 a 1450 d.C., habitó una región tan extensa como Suiza, en el norte del estado, donde dejó sorprendentes vestigios.

El grupo humano que dio forma a la cultura Trincheras, según los estudios, se dedicaba a la agricultura, pero no abandonó del todo la caza y la recolección. Es muy probable que sus descendientes sean los tohono o’odham, es decir, los erróneamente llamados pápagos que hoy viven en varios poblados de Sonora y Arizona.

De este grupo presentamos aquí tres de sus sitios arqueológicos más impresionantes. Trabajos recientes han revelado que al parecer los tres fueron ocupados por gente de Trincheras hacia el ocaso de esta cultura, entre 1300 y 1450 de nuestra era.

El primer sitio es cerro de Trincheras, de donde proviene su nombre. El cerro se eleva a más de 150 metros por encima del llano desértico del centro norte de Sonora, y desde lejos tiene un raro aspecto “rayado”. Al acercarse, se descubre el sorprendente misterio que habla de un descomunal trabajo humano. Lo que parecen rayas son en realidad 900 muros de piedra, la mayoría de 15 a 30 metros de largo (aunque algunos rebasan los cien metros). Los primeros españoles en la zona los llamaron “trincheras”, pero más bien son paredes para contener terrazas.

Gracias a excavaciones emprendidas entre 1995 y 1996 por el Centro INAH Sonora y la State University de Nueva York, en Binghamton, se ha concluido que la mayoría de esas terrazas sirvieron como base para las casas de unos mil pobladores. También se han hallado vestigios de unas 300 estructuras más, entre las que destaca “El Caracol”, peculiar construcción en la cima del cerro con paredes semicirculares y un pasillo de acceso en forma de espiral.

LOS MISTERIOSOS CÍRCULOS DE LA CANTERA

Un segundo sitio es La Cantera, a 90 km al oriente del cerro de Trincheras. Su nombre se debe a la presencia de varios grandes bloques de toba volcánica de unos diez metros de altura. En la cima plana de los bloques no hay casas ni trincheras, sino algo muy extraño: surcos y agujeros de unos diez centímetros de profundidad formando cientos de círculos y cuadrángulos de más o menos un metro de diámetro.

¿Cuál pudo haber sido su función? Difícil decirlo. Como bases de habitaciones humanas resultan demasiado estrechos. En ningún caso se aprecia el intento de formar figuras reconocibles y, además, los círculos y cuadrángulos están dispersos al azar, sin una lógica clara (para nosotros), mirando al cielo.

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