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Las Culturas de Sonora

Grupos Etnicos

En el estado de Sonora habitan más de 51 mil personas que hablan alguna lengua indígena, en su mayoría, el idioma mayo.

Sin embargo, hay una cantidad representativa de hablantes de otras lenguas indígenas como: yaqui, guarijío, seri, pima, pápago y cucapá.

Cabe señalar que el nombre con el que se conoce a la mayoría de las etnias actuales de Sonora no es el que ellos mismos se dan, sino el que les dieron los colonizadores.

Los nombres con los que se llaman a sí mismas las distintas etnias son los siguientes: yaquis, yoemem, “la gente”; seris, concáac, “la gente”; pimas, o’oba, “la gente”; pápagos, tohono o’odham, “gente del desierto”; mayos, yoreme, “el que respeta la tradición”; guarijío, “gente” o “las personas que hablan la guarijía”.

El territorio sonorense ha sido a lo largo de decenas de miles de años escenario de desarrollos culturales que se han distinguido por su persistencia, por su notable habilidad para adaptarse a un medio ambiente en mucho hostil y demandante.

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Etnias de Sonora

Considerados desde tiempos prehispánicos como los hombres más altos y fuertes de México.

De las nueve tribus en las que se dividían, todavía permanecen unidas ocho de ellas, en su mayoría autóctonas y otra con una estancia mayor de 100 años en el Estado.

Los indígenas sonorenses nos recuerdan que hay mucho que aprender de nuestros antepasados, de quienes fueron los primeros pobladores del Estado y que ahora nos heredan ésta tierra que ha luchado desde siempre por mantener sus creencias, ideología y tradiciones.

  • Yaquis
  • Kikapú
  • Mayos
  • Opatas
  • Seris
  • Cucapá
  • Pápagos
  • Guarijíos
  • Pimas

A continuacion una breve semblanza de cada uno de estos Pueblos:

Yaquis

Es sin duda la etnia más representativa de Sonora; se estima existe una población de 33, 000 Yaquis que se distribuyen en ocho pueblos con sus propios gobernadores.

Para los integrantes de la etnia es de suma importancia preservar su lengua, sus tradiciones y su arraigo a la tierra. La historia de los yaquis está cubierta con actos de heroica resistencia por la defensa de su territorio y su cultura.

Los yaquis se identifican a sí mismos y a los mayos como yoremes, palabra que significa hombre o persona. La noción de yoris, hombres blancos, los distingue, a su vez, de los demás grupos indígenas.

Forman parte del dialecto cahita que se compone de tres lenguas: mayo, yaqui y tehueco, éste último desaparecido. El cahita pertenece al grupo lingüístico yuto-azteca.

El grupo yaqui ocupaba, tradicionalmente, una larga franja costera y de valle al sureste del actual estado de Sonora, que abarcaba desde la ribera sur del río Yaqui hasta el cerro Tetakawi, al norte de la actual ciudad de Guaymas. El conjunto del territorio comprende tres zonas diferenciadas: el área serrana del Bacatete; una zona costera, que abarca los poblados vecinos de Guásimas y Bahía de Lobos; y el valle, en donde se localizan las tierras irrigadas.

La principal actividad artesanal es la manufactura de la parafernalia ceremonial, sin fines comerciales. Los danzantes hacen máscaras talladas en madera, collares de conchas y piedras marinas y cinturones con pezuñas de venado. Los músicos fabrican sus tambores y flautas. Algunas familias manufacturan petates, canastas y coronas de carrizo; platos y tazas de barro que utilizan para las fiestas y después destruyen. También confeccionan faldillas, blusas, manteles, servilletas y mantos. El único producto artesanal que se comercializa son las muñecas de trapo, que hacen las mujeres.

Los yaquis poseen un alto sentido de religiosidad que está presente en gran parte de sus actividades. Con una cultura ancestral enriquecida con ritos y tradiciones en las que sobresale la Danza del Venado, ejecución simbólica de la caza de este animal y cuya riqueza estética ha despertado interés en todo el mundo.

Llamada en lengua yaqui maaso yiihua, describe la vida y muerte del animal sagrado de los yaqui. El danzante narra momentos del ciclo vital del venado con una mímica libre que representa las actitudes de sorpresa, alerta, atisbo, venteo del venado ante la naturaleza que lo rodea y su contacto con las criaturas con las que establece contacto, representadas por las figuras de los pascola (que pueden representar un pájaro, una serpiente, una flor, un coyote, el agua).

Tanto los pascola como el maaso se despojan de su personalidad durante el baile para adoptar la del animal, la planta o del ser que introducen en la danza. Por lo general son 4 pascola y bailan de uno en uno, danzando primero el último en jerarquía, el llamado “el lobito” que representa animales menos estimados en la valoración del yaqui: burro, perro, zorro, etc., después bailan los otros dos pascola y por último el pascola yoowe (anciano) o jefe del grupo.

El ciclo ritual yaqui sigue por lo general el calendario litúrgico católico, pero distingue claramente dos periodos, el primero sacrificial, en Cuaresma y el resto del año todos los ritos de paso que están prohibidos en esa fecha. Los rituales tienen carácter de marcadores estacionales, que señalan las distintas etapas del ciclo agrícola.

Los funerales son especiales porque ellos consideran al alma inmortal y celebran con danzas, banquetes y música. Su patrona es la Virgen del Camino.

Kikapú

Los actuales asentamientos kikapú son el resultado de un arduo peregrinaje desde la región de los grandes lagos de Michigan y de Eire, en Norteamérica, hasta el norte de México.

Actualmente, los kikapú viven en reservaciones en Kansas y Oklahoma, Estados Unidos, y en las comunidades de El Nacimiento, Coahuila y en Tamichopa, municipio de Bacerac, en la zona serrana de Sonora. Durante la década de 1980, algunos habitantes de Tamichopa llevaron a cabo una campaña entre los kikapú desperdigados, para una refundación del pueblo. La comunidad actual es de alrededor de 80 personas.

La lengua kikapú forma parte de la familia lingüística norteamericana algonkiniana. El grupo de Sonora no practica su lengua ancestral, ya que ésta fue destituida por el castellano; su último hablante murió en 1996.

Poseen dos tipos de vivienda: casas indias y casas mexicanas. La vivienda india tiene dos variantes, casa de invierno: elíptica, con una estructura de troncos delgados cubiertos de tule, con el fuego sagrado en el centro. Aquí es donde se ofrecen los sacrificios a su divinidad (Kitzihaiata) y se reciben a los nuevos miembros de la tribu. Y casa de verano: rectangular, con paredes de carrizo y techo elíptico de tule. En el interior se encuentran varias camas sostenidas por troncos, y al centro el fuego sagrado. La vivienda mexicana es de concreto y lozas, con los servicios eléctricos e hidráulicos de la vida moderna.

Actualmente su artesanía consiste en la fabricación de tehuas o mocasines con piel de venado curtida y que es bordada con chaquira.

Dentro de su religión ser buen kikapú significa cumplir siempre con los ritos de cacería, purificación, año nuevo, fuegos sagrados y bautizos por medio de oraciones, sacrificios y ayunos. Las celebraciones van siempre acompañadas de carne de venado. El fuego constantemente encendido en el centro de la casa recuerda la oración constante a Kitzihaiata, quien escogió a los kikapúes para poblar la tierra.

El grupo kikapú en Sonora, se encuentra en un inminente peligro de pérdida de su identidad como grupo indígena. Las celebraciones y ritos tradicionales se han perdido, han asumido la religión católica y celebran alguna fiesta de sus Santos, o participan en las fiestas que se celebran en los municipios cercanos.

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