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Recordando El Gran Terremoto de 1887; Bavispe, Sonora

RECORDANDO EL GRAN TERREMOTO DE 1887 BAVISPE SONORA

Fragmento: Informacion e Imagenes por J Jose A Serrano, ‎Sonora Magica, Profesor Sandomingo, de su libro de Historia de Sonora

El fatídico 3 de mayo de 1887, se sufrió aquí uno de los terremotos más grandes que ha registrado la historia, aunque poco conocido. Dicho movimiento telúrico fue causado por movimiento de placas y no porque algún volcán intentara brotar. Ese día, a las tres de la tarde, los poblados de Bavispe, Bacerac y Óputo (hoy Villa Hidalgo), junto con los de Huásabas, Granados, Bacadéhuachi y Nácori quedaron en ruinas, especialmente los tres primeros, pues sus casas construidas con adobe quedaron en el suelo, afortunadamente con pocas víctimas por lo escaso de su población: 42 fallecidos en Bavispe (según otros 60), 9 muertos en Óputo y 1 en Fronteras, sin contar los heridos. El capitán Emilio Kosterlisky, jefe de la Gendarmería Fiscal en Bavispe, auxilió primeramente a dicho pueblo, distribuyendo los víveres de sus empleados e hizo venir otros de Janos.

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No hubo quien diera auxilio, hasta los 4 o 5 días llegó de Moctezuma, el Capitán Emilio Kosterlisky, con algunos soldados de la Guardia Nacional, 12 de Moctezuma y 10 de Huásabas y comenzaron a desenterrar. Cavaron una zanja y allí echaron a todos los muertos juntos, sin distinción de personas, pues se temía una epidemia cuando los cadáveres entraran en descomposición. En cuanto a servicios médicos, eran nulos, pues no había ningún médico en esos pueblos tan apartados.

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Para el 8 de Mayo ya estaba todo casi normal, bajo control como dirían ahora, todavía siguió temblando durante algunos días, de lo alto de los cerros se desprendían enormes peñascos y rodaban a las partes bajas, la tierra estaba cuarteada en profundas grietas y en partes caliente, y una especie de lava volcánica verdosa y piedras fundidas. No se sabe con precisión el número de muertos que hubo en ésta catástrofe; pero según cálculos de gentes de ésa época, pasaron de 600 muertos de Bavispe, Bacerac y La Galera.

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En Hermosillo, Sonora, tembló tres días después, el 6 de Mayo.

Este es el relato después del temblor de 1887 que tantos estragos causó en ésta región de Sonora, y no será remoto que cualquiera día se repita, según los científicos que entienden de ésto ojala y no.

… El piso del cuarto parecía repentinamente levantarse encima varias pulgadas y después bajaba súbitamente, la sensación era similar a la de caer de una altura…

… Los hombres palidecieron, las tímidas mujeres entraron en pánico  y los niños fueron paralizados por el miedo…

The Dallas Morning News, Mayo 4 de 1887

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… En Bavispe las campanas tocan solas, la gente huye a lo alto de la loma, llora y reza, la tierra se cuartea, nadie puede salir a dar auxilio, el río quedó seco, después se inunda, la sierra arde y el desastre es completo; queda una casa en pié como testigo que ahí hubo una ciudad sin ventura ….

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El Ferrocarril de Sonora

Anécdotas Históricas Sonorenses
El Ferrocarril de Sonora

La historia de los ferrocarriles de esta región fronteriza entre Sonora y Arizona es muy compleja; nos muestra, además de las regiones que cubrieron, las pugnas entre las compañías así como la meta final de cada compañía.

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Inicialmente, estas pugnas se manifestaron a través de una competencia entre la compañía Southern Pacific y la Texas & Pacific para construir una vía transoceánica en el Sur de Arizona.

La primera de ellas, la Southern Pacific, partiendo de California inició la construcción de un puente a través del río Gila, entró a Arizona y, venciendo la oposición de la Texas and Pacific, el 30 de septiembre de 1877 informó que se había concluido el puente, aunque allí se detuvo la obra.

Pasaría casi un año, y el 27 de mayo siguiente anunciaba la próxima extensión de su línea desde Yuma al Sur de Arizona; agregaba que únicamente esperaría la llegada de temperaturas otoñales más benignas para continuar.

Sin embargo, para entonces otro actor más había entrado en escena, la compañía Atchison, Topeka & Santa Fe, que se aproximaba desde el Noreste, y en ese momento partía de Kansas y su vía llegaba únicamente hasta cerca de Albuquerque, Nuevo México, aunque buscaba otras rutas a través de Arizona para también construir una ruta trascontinental, Además, tenía la filosofía de hacerse de rutas alternas que tuvieran gran potencial de desarrollo económico.

La ruta que escogiera sería de suprema importancia estratégica continental, ya que se preveía que promovería la economía de la región por la que pasara, convirtiendo, así, a la población que cruzara posiblemente en la nueva capital regional. Ese cruce, predecían los periódicos, sería ya fuera en Tucsón o aún en Maricopa Wells (cerca del actual Phoenix), aunque ahora sabemos que el cruce no ocurrió allí, sino en Benson.

Globalmente, mientras que la Atchison, Topeka & Santa Fe para 1877 tenía menos de 800 millas, en 1890 alcanzó a tener más de 6,000 millas. Para comprender mejor el financiamiento para lograr este crecimiento lo entenderemos mejor a través de la construcción del Ferrocarril de Sonora, que convirtió a Guaymas en el puerto hacia el exterior de la ruta (En la seguiente imagen se muestra el mapa de cómo fueron construidas las vías férreas, y de las compañías que las construyeron).

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Cuando se formó el Ferrocarril de Sonora, sus directivos lo eran también de la Atchison, Topeka & Santa Fe, y además la ficción de que se trataba de compañías diferentes terminó en marzo de 1882, al concluirse la vía en Sonora, cuando la Atchison, Topeka & Santa Fe compró la compañía de. Ferrocarril de Sonora a través de un intercambio de acciones de 2 por 1 y garantizó a los accionistas los bonos del 7% que pagaría México como subsidio para la construcción.

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Poesia Yaqui: Henchi Née wáata

La poesía en lengua yaqui (hablada en parte del norte de México) tiene integrantes notables, aqui uno de ellos: Santos García Wikit, (Belem, 1910-2007). Esta es una de las poesías mas conocidas:

Henchi Née wáata

Túsi obiachi henchi wáata bétichivo
Ïi júnen taka juni née henchi wáata,
Henchi née huata káa nokimmea,
Káa henchi ten liutáka, káa ét mammakái,
Kía née henchi wàata
Henchí née ine-a káa henchí jippuekái,
Síime bél-leekataná née henchí wéiya,
Chókimpo chíkti née henchí bichá,
Bawémpo, tèekapo, Ii júnen taka juni née henchi wàata,
Empo jéeka-e, júu yuku,
Ájta júmee báam in jée –e-úm,
Si obiachi henchí wàata née betchi,
Ii júnen táka júni née hechí wáata,
Kía née henchí wáata,
Mék.ka.e néu áanee, sin mék-ka,
Katée áa joótu
Ii júnen táka júni née henchí wàata.

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Mae Ryan… Una Carta Reveladora, Noticias de la Guerra del Valle del Yaqui

Visto en Diario del Yaqui, Quehacer Cultural, por Rogelio Arenas Castro

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Bien armadas: Primera a la izquierda Mae Ryan (autora de la presente carta), Delphine Mexía, señora Brunk, señora Mexía y Teresa Mexía. Armadas hasta los dientes con rifles, escopeta de doble cañón y pistolas fajadas a la cintura. Era 1919, y no se sabe si iban de paseo y cacería o se trataba de armas puramente defensivas contra un posible ataque de los yaquis.

El jueves pasado, 25, Ciudad Obregón, fue bombardeado por aeroplanos federales que arrojaron una docena de bombas y murieron tres personas, varias resultaron heridas y hubo daños considerables en edificios.

Jim (James Ryan) fue al pueblo (Ciudad Obregón) media hora antes de que iniciaran los bombardeos y vio soldados heridos traídos desde el sur, cuando exclamaban “ahí vienen”.

Todos corrieron a resguardarse, pues nadie sabía que iban a bombardear el pueblo.

Cuando el ataque empezó, Jim corrió al molino harinero y una bomba Casio a media calle. Tras la explosión, acribillaron el techo del molino con las ametralladoras, pero todos escaparon ilesos.

Había mujeres y niños refugiándose en el molino dando alaridos pues era algo terrible escuchar la explosión de las bombas alrededor.

Había un tren con soldados a un lado, en la parte trasera del molino.

Los oficiales rebeldes estaban hospedados con sus esposas en el hotel Kuraica. Querían bombardearlo y hacerse del general Topete. No pudieron lograr su propósito, porque él se había escapado en carro una noche antes.

Otras bomba atravesó el techo de la agencia Ford (el lugar de Huffaker) causando daños considerables. Prácticamente dos tercios del techo tuvieron que ser repuestos, así como el cielo raso.

Nuestro cónsul, Mr. Eaton, tenía su oficina en el siguiente cuarto (local) y tuvo mucha suerte de no haber muerto en el bombardeo. Dijo que había sufrido un gran dolor de cabeza provocado por el sonido de la bomba al estallar.

Esa noche (el jueves), la gente del pueblo se fue al Valle ante las noticias de un posible bombardeo el viernes. Nosotros teníamos cerca de 300 personas acampadas en nuestro rancho. Algunas se alojaron con la gente del lugar. Otras bajo los árboles y en los alrededores. Esa anoche un grupo de policías patrulló la zona debido a la presencia de tantos extraños. Los automóviles llegaban y se iban del rancho, trayendo gente del pueblo. A la mañana siguiente matamos una vaca para alimentar a la gente, y media hora después se le preparó. No quedó nada del animal.

Cerca del medio día del viernes, empezó de nuevo la aviación a bombardear el pueblo, pero sólo dejaron caer cinco bombas sobre el tren con soldados, pero éste se mantuvo en movimiento hacia delante y hacia atrás y de esta forma las bombas no lo alcanzaron.

Fui al pueblo con Jim la tarde del viernes y encontramos aquello como un cementerio. El lugar estaba totalmente desierto. Fuimos a informarnos con el cónsul de Estados Unidos, acerca del destructor Selridge que estaba en la costa y de ahí enviaron la información a Washington, D.C.

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La Nación Seri, un Paraíso calcinante de Desierto, Mar, Cultura y Autonomía

Punta Chueca y El Desemboque, Son. Aquí, donde se juntan el mar y el desierto, es el territorio de la nación seri. Es un paraíso calcinante que los vio arribar, integrarse y expandirse como etnia desde tiempos inmemoriales; después, ser perseguidos, estar al borde de la extinción y pasar, no hace ni un siglo, de la vida nómada a la sedentaria.

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AÑO NUEVO SERI, Los seris se llaman a sí mismos Konkaak, lo cual quiere decir en su lengua «la gente». El término seri proviene en cambio de la lengua yaqui y significa «hombres de la arena».

Este paraíso es además el escenario actual de un proceso de transformaciones culturales seris que no desea excluir ciertos aspectos de la globalización, pero tampoco la cohesión comunitaria, la identidad y las reivindicaciones autonómicas que marcan una explícita diferenciación de ellos con «los mexicanos».

Primera luna nueva del verano

Durante el 30 de junio y el primero de julio las autoridades tradicionales de los seris o comcá’ac de Punta Chueca y El Desemboque, las dos únicas comunidades de este pueblo indígena de entre 700 y 900 personas en total, encabezaron la celebración del Año Nuevo tradicional, que llega con la primera luna nueva del verano.

«La fiesta del Año Nuevo seri ha sido consolidada como un espacio escénico donde los símbolos de orgullo y desafío de esta cultura hacia Occidente se han desplegado con mayor intensidad», dice el etnólogo Rodrigo Rentería, y agrega:

«Esas dos noches la nación comcá’ac celebra su persistencia y desafía lo venidero.»

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Presenciar la fiesta del Año Nuevo seri ha sido como abrir una ventana para otear el complejo entramado cultural, económico, político y social de los comcá’ac, palabra que quiere decir «la gente». Según una de varias versiones, «seri» es un vocablo yaqui que designa a la «gente de la arena».

La fiesta se pudo apreciar gracias a la invitación del cuarteto de rock seri Hamac Caziim (Fuego Nuevo), el cual dio dos conciertos en la ciudad de México hace más de un mes (La Jornada, 21 de mayo de 2005), y de un grupo de trabajo de la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas que viajó allá, encabezado por la etmusicóloga Aurora Oliva y el promotor triqui y director del Museo Nacional de Culturas Populares, Marcos Sandoval.

Ritual de Año Nuevo Seri

«Modernidad» acechante

Aquí, en este paraíso de la costa de Sonora, en el Golfo de California o Mar de Cortés, en 211 mil hectáreas otorgadas por decreto presidencial para su uso exclusivo hace tres décadas, incluida la isla del Tiburón, la más grande del país, los comcá’ac se adaptan a la vida sedentaria a la que fueron orillados poco a poco.

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Ya casi no practican la caza y se ha reducido la recolección de frutos y semillas del desierto, pero aún dependen en gran medida de la pesca, que ahora comercializan mediante una cooperativa surgida durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.

A los visitantes les venden sobre todo collares de conchas, caracoles y semillas, figurillas de animales en palo fierro y piedra, canastas tradicionales o coritas y paseos en sus lanchas de motor.

Las antiguas y pequeñas viviendas seris de arcos de ramas de ocotillo y cubiertas de yerbas, llamadas haco ahemza, ya sólo se utilizan en las festividades.

Desde hace algunas décadas la mayoría habita casas construidas con bloques de cemento y otros materiales «modernos», calurosas en verano y frías en invierno.

Como nómadas, los comcá’ac gozaban de libertad de movimiento en «bandas» o clanes, los cuales convivían y a veces se enfrentaban entre ellos y contra otras tribus como los pápagos. En un tiempo el territorio seri abarcó más del doble del actual.

Después los comcá’ac se opusieron a la evangelización y a su control en misiones y lucharon contra los colonizadores europeos y mestizos, a quienes, según el investigador Edward Moser, a veces les robaban ganado.

Madurez y sabiduría, estaciones de la vida entre las comunidades seris de El Desemboque y Punta Chueca

Como sedentarios han dejado de padecer la persecución de fuerzas militares coloniales y luego nacionales, que en el siglo XVIII los llevó a sublevarse unidos a los pimas y en el XIX los redujeron hasta casi exterminarlos.

A los hombres los asesinaban y a las mujeres y niños los deportaban hacia el sur. Fueron tiempos de tragedias familiares y étnicas aún no investigadas. Se sabe que a principios del siglo XX sólo quedaban unos 130 seris.

Hoy el hostigamiento reviste otras formas, como las incursiones en marzo y abril pasados de la Policía Judicial del Estado y la Agencia Federal de Investigación, o la imposición de proyectos turísticos considerados por ellos ajenos y contaminantes, como el Escalera Náutica-Mar de Cortés, que incluye cinco estados y busca «sacarlos del atraso», según el gobernador sonorense, Eduardo Bours. Ambos casos documentados por La Jornada.

Abundancia en la aridez

Otros retos de la «modernidad» son la pérdida de identidad y el consumo de drogas por parte de un sector de jóvenes. Aunque en las dos comunidades no se vende cerveza u otro tipo de alcohol debido al ingreso hace cuatro décadas de una comunidad protestante proveniente de Estados Unidos.

Lo que sí se comercializa son «sodas» (refrescos), golosinas chatarra y alimentos enlatados, que han generado, según diversos informes, problemas de salud como obesidad, diabetes, caries y desnutrición. De ahí otro problema de las dos comunidades seris: la falta de manejo de la basura inorgánica, sobre todo plástica, que invade calles y monte.

Punta Chueca se localiza 30 kilómetros al norte de Bahía de Kino, región que antes también formaba parte del territorio seri y que a su vez se encuentra a 130 kilómetros de Hermosillo, capital del estado tierra adentro.

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Frente a Punta Chueca se despliega impresionante la isla del Tiburón, reserva ecológica también de uso exclusivo seri que mide unos 30 por 40 kilómetros. Sesenta kilómetros al norte y también a la orilla de la playa, se encuentra la otra comunidad seri: El Desemboque.

Zona continental e isla, separadas por el Canal del Infiernillo, ofrecen un paisaje de montañas, desierto, playas y manglares, hábitat de una gran variedad de cactaceas, águilas, pelícanos, gaviotas, tortugas, delfines, ballenas, lobos marinos, coyotes, serpientes, venados y borregos cimarrones.

Una vez al año los seris subastan a cazadores estadunidenses cuatro permisos para matar al borrego cimarrón. Cada permiso cuesta 90 mil doláres, recursos que en parte de distribuyen a cada uno de los pobladores, quienes reciben en promedio mil dólares al año por ese ingreso.

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Renders de la Universidad de Sonora Campus Cajeme


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1er. Combate Aeronaval en el Mundo protagonizado por el Biplano «Sonora»

Primer Combate Aeronaval en el Mundo

El 14 de abril de 1914, muy temprano el General Álvaro Obregón se presentó en Topolobampo, Sinaloa y de inmediato se acercó al cañonero “Tampico” para conocer la situación en que se encontraba, así como las necesidades de su tripulación. Desde los cerros próximos lo vieron escorado a unos 12 kilómetros del muelle y a otros ocho kilómetros pudieron observar que los barcos del General Victoriano Huerta mantenían su vigilancia.

El jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste y su estado mayor abordaron una lancha con motor de gasolina y llegaron al cañonero que comandaba el teniente Hilario Rodríguez Malpica, quien, como marino de carrera al recibir la visita de su comandante en jefe ordenó izar el pabellón del cañonero en el asta mayor. Cuando el capitán Ignacio Torres, jefe de la armada “Huertista” recibió en el barco “Guerrero” la novedad, comprendió que un alto jefe se encontraba a bordo. ¿Quién, si no Obregón? De inmediato Torres comprendió que podía matar dos pájaros de un tiro: acabar de una vez con el «Tampico» y abatir a Obregón y probablemente a otros jefes constitucionalistas.

En el «Guerrero» se pusieron las calderas a todo vapor y se iniciaron las maniobras de aproximación para el ataque. Al percatarse de que el «Guerrero» iba sobre ellos con sus tres cañones útiles y toda su maniobrabilidad, el comandante del «Tampico” ordenó zafarrancho de combate y se tomaron todas las precauciones en un barco que solamente podía defenderse con el cañón de popa y carecía de la posibilidad de moverse.

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José María Leyva Cajeme, El Caudillo Yaqui

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José María Leyva Cajeme, Caudillo Yaqui, 1875-1887

Nacimiento 14 de mayo de 1835
Hermosillo, Sonora
Fallecimiento 23 de abril de 1887
Tres Cruces de Chumampaco, Sonora

«Antes como antes y ahora como ahora»

José María Leyva Pérez, más conocido como Cajeme “El que no bebe” (Hermosillo, Sonora, 1835- Tres Cruces de Chumampaco, 1887) fue un caudillo yaqui, una de las etnias existentes en México asentadas en el territorio correspondiente al estado de Sonora. Fue hijo de yaquis de raza pura, Francisco Leyva de Huíviris y Juana Pérez, de Potam. A los 16 años estudió en Guaymas con el prefecto Cayetano Navarro y en 1854 combate en el Batallón Urbanos, a Gaston de Raousset-Boulbon en la Batalla de Guaymas.

A los 18, ya sabiendo leer y escribir, marchó a Tepic donde trabajó como herrero. Es reclutado por la leva, sirviendo en el Batallón de San Blas, desertando a los 3 meses.

Trabajó como minero en El Montaje, cerca de Acaponeta. Viajó a Mazatlán e ingresó a las filas de Pablo Lagarma, quien se había pronunciado por la restauración constitucional. Poco después formó parte del batallón de pimas, ópatas y yaquis que derrota al general reaccionario Igunazo en 1859. Sirvió también al gobierno como capitán de caballería, cuando se tenía que perseguir hasta Chihuahua a Carlos Conant Maldonado.

 

En 1853 se unió al ejército mexicano y en 1874 fue nombrado “Alcalde Mayor” de los yaqui por el entonces gobernador de Sonora Ignacio Pesqueira. En vez de pacificar al pueblo Yaqui, que era lo esperado por Pesqueira, los unió a todos ellos y se rebeló en 1875.

Reestructuró y disciplinó a la sociedad yaqui para poder darle seguridad económica y preparación militar; instituyó un sistema de impuestos, el control del comercio externo, revivió la práctica misionera de los trabajos comunitarios e institucionalizó la tradición tribal de las asambleas populares como cuerpos de decisión, al tiempo que almacenó material de guerra.

Esto le permitió resistir los ataques del ejército mexicano hasta la caída del Fuerte El Añil en 1886. Fue capturado en Guaymas un año más tarde y ejecutado en Tres Cruces de Chumampaco. la frase mas Recordada hasta la fecha del indio Cajeme, como se le conoce popularmente «antes como antes y ahora como ahora».

Desierto de Sonora, donde las Dunas se encuentran con el Mar

Con una extensión de 311.000 km² y abarcando desde el sur de Arizona hasta Baja California, el desierto de Sonora tiene una característica que lo hace único entre los grandes desiertos del planeta: el 80% de su superficie se encuentra a menos de 100 kilómetros del océano.

Gracias al trabajo del fotógrafo George Steinmetz, podemos ver sus espectaculares paisajes desérticos.

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Dunas en la laguna Ojo de Liebre, Baja California Sur, México.

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El estuario del río Colorado, Baja California Norte, México.

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El Cerro Colorado, Reserva de la Bioesfera El Pinacate, Sonora.

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Cráneo de una joven ballena gris de California en Isla Arena.

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La costa del Pacífico en Isla Magdalena.

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EL Interés Expansionista Norteamericano por Sonora (1848-1861)

EL INTERÉS EXPANSIONISTA NORTEAMERICANO EN SONORA,
1848-1861

Ana Rosa Suárez Argüello, http://www.historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc11/139.html
Introducción

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Después de la independencia, la larga frontera común con los Estados Unidos constituyó una fuente de problemas para México. El aumento de población, el desarrollo económico, los intereses políticos y su «destino manifiesto» hacían sentir a los norteamericanos la necesidad de la expansión. La adquisición de Texas, California y Nuevo México satisficieron, en parte, esta necesidad, mas no fue suficiente. Los defensores de la expansión mostraron entonces un gran interés por Sonora. No dudaban de que, con el tiempo, aquella provincia formaría parte de su país y que sus abundantes recursos agrícolas, mineros y comerciales serían debidamente explotados por sus conciudadanos.

El anhelo expansionista permeaba todos los niveles de la sociedad, desde el popular hasta el gubernamental. Todas las provincias, del Atlántico al Pacífico -en especial California-, contemplaban codiciosas el noroeste de México. El resultado fue la organización de una serie de empresas de filibusteros, con la anexión de Sonora a los Estados Unidos como meta principal.

El gobierno yanqui mostró la misma actitud expansionista que el pueblo. Unos más, otros menos, los funcionarios apoyaban aquello que contribuyese a la ejecución del destino nacional. El galardón lo conquistó el presidente Buchanan, quien defendió públicamente al pirata Henry A. Crabb.

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El Filibustero, Henry A. Crabb

Es en esta problemática en la que se encuentran los objetivos del presente estudio. De manera general, no se pretende más que aclarar un aspecto poco estudiado de las relaciones entre México y los Estados Unidos y contribuir, de tal forma, a una mejor comprensión de sus historias. Fundamentalmente, se trata de describir los sentimientos expansionistas reinantes en Estados Unidos entre 1848, fecha de la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, y 1861, año este en que estalló la guerra de Secesión. Seguidamente se caracterizan estos sentimientos en el estado de California y se refieren las empresas filibusteras a que dieron lugar. Finalmente, se examina la política seguida en torno al tema de la expansión sobre Sonora por parte del gobierno norteamericano durante esos mismos años.
Los intereses populares

La leyenda de la riqueza de Sonora se inició en 1736 con el descubrimiento de las minas conocidas como «Planchas de Plata». En ellas, se dijo, el mineral de plata era tan puro que podía recogerse en grandes esferas o pepitas. El descubrimiento atrajo mucha gente a la zona y de inmediato se formó un campo minero. Fue entonces cuando las autoridades del lugar reclamaron las minas para el rey de España y en 1741 un decreto real cerró su explotación a mineros particulares. Sin embargo, las minas fueron pronto abandonadas por las mismas autoridades españolas. Las razones pudieron ser varias. Parece ser que, si para 1741 las minas no estaban exhaustas, las dificultades que se presentaron para la extracción del mineral resultaron difíciles de superar. (El muy alto costo, el peligro de los indios, el derecho del quinto real, y luego del décimo, la falta de mercurio -indispensable para el beneficio de la plata-, así como el hecho de que en la Nueva España sólo hubiera una casa de moneda o ensayo y que se tuviese que enviar los metales a la ciudad de México para conocer su ley, etcétera.)

Al final de la época colonial, Humboldt difundió en el mundo la leyenda de la riqueza de Sonora y señaló que en la provincia la minería se veía entorpecida «por las incursiones de indios salvajes, la excesiva carestía de los víveres y la falta de agua suficiente para los lavados Pero también afirmó que aquella región era «el Chocó de la América septentrional», que en ella se habían encontrado «pepitas de oro puro de peso de dos o tres kilogramos» y que «todas las quebradas y aun los llanos tienen oro de levadura diseminado en terrenos de aluvión o acarreo».[ 1 ]

Después de la Independencia, la leyenda de la riqueza de Sonora persistió y ejerció atracción especial sobre muchos norteamericanos. El interés aumentó al descubrirse oro en Sutter’s Mill, cerca de Sacramento, California, en 1848. En efecto, se pensó que en Sonora, tan cercana a aquel lugar, debían existir numerosas minas. Durante el verano de 1851, cuando un grupo de californianos hizo un recorrido de exploración por el valle del río Gila y dio parte del descubrimiento de yacimientos de oro y plata, la idea se confirmó. Durante los años siguientes abundaron los escritores contagiados por la «fiebre del oro» que ponderaron las riquezas de Sonora y despertaron el interés por la región.

Mas no fue sólo la supuesta riqueza sonorense la que atrajo a los habitantes de los Estados Unidos de Norteamérica. A mediados del siglo XIX, Sonora constituía una meta del expansionismo popular estadounidense. Algunos sostenían que la única solución de la constante inestabilidad mexicana se encontraba en el establecimiento de un protectorado norteamericano sobre el noroeste, con el propósito final de anexárselo. Otros decían que sólo así se evitarían las reclamaciones que ocasionaba la falta de vigilancia en las fronteras y se protegería, además, no sólo a los mismos habitantes de Sonora, Chihuahua y Coahuila -en donde al parecer había un partido anexionista, en su mayoría compuesto por norteamericanos-, sino a los ciudadanos estadounidenses que tenían invertidos miles de dólares en Sonora, sobre todo en plantaciones, de algodón y minas de plata y cobre.[ 2 ] Por ejemplo, el caso de John Robinson, un yanqui que se había establecido en la región poco después de la independencia mexicana; dueño de grandes latifundios y de casi todo el puerto de Guaymas, era además cónsul de su país en el puerto y, como si fuera poco, el jefe de los anexionistas.

Los pobladores de la nueva propiedad norteamericana de Arizona tenían especial interés en la anexión de Sonora. Daban varias razones. Separados de San Francisco y de Santa Fe por regiones inhospitalarias -que sin embargo contaban con buenos caminos-, las provisiones sonorenses resultaban indispensables y los aranceles que cobraban las aduanas eran muy altos. Además, las mejores rutas de comunicación con el océano Pacífico atravesaban Sonora. Más aún, Guaymas, considerado a menudo el mejor puerto mexicano del Pacífico, era punto esencial para el desarrollo de sus propiedades; entre otros motivos, porque debía convertirse en la terminal de un ferrocarril que uniría Arizona y el suroeste de los Estados Unidos con el océano. Reflejo de estas ideas fue una declaración del Weekly Arizonan del 3 de marzo de 1859: «La adquisición de Sonora no puede ser sino una cuestión de tiempo. Su posesión es virtualmente necesaria para el establecimiento y desarrollo de toda la gran extensión del pass entre el Colorado y el Río Grande».[ 3 ]

No sólo los residentes de Arizona deseaban la anexión de Sonora. Muchos ciudadanos de Nueva York, Illinois, Ohio, Tennessee y Missouri la demandaron al Congreso de los Estados Unidos cuando se reunió en diciembre de 1857. Les interesaban tanto las minas y los fértiles valles como la protección de la nueva ruta del correo del sur a California. Durante estos años, las voces populares hablaron de comprar tierras sonorenses. Algunas, más ambiciosas, anhelantes de que se llevase a cabo la absorción de la región, elaboraron planes para constituir sociedades de ayuda a los inmigrantes y también partidas de filibusteros. Robert P. Letcher, ex ministro norteamericano en la ciudad de México, se hizo eco del clamor, en agosto de 1859, cuando pidió a su presidente que comprase el estado mexicano de Sonora.

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